Dedicado a mi Madre Carmen de Rivas
con el Amor de siempre...
El
contexto socio-cultural y político de los procesos sociales en tiempos
relativamente recientes ha sido marcado por la pulsión de la sociedad
capitalista post-industrial, también denominada sociedad infocapitalista o de
la información. Esta transformación planetaria impulsada desde el punto de
vista temporal por el giro epocal posmoderno y desde el punto de vista espacial
por la globalización y las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación, no sólo supone implicaciones tecno-económicas, sino también
aquellas que están relacionadas con el patrón cultural, sus niveles de
resistencia y su diversidad.
De allí que el análisis del modelo organizacional se hace
considerando tanto los principios conceptuales y operativos de ambos puntos de
vista, como el lugar heurístico de un nuevo estilo de racionalidad que se ha
ido posicionando desde la culminación de la segunda guerra mundial. Lejos queda
el perfil de racionalidad substantiva (aquella
que se propone el lograr ser cada vez más humanos) en medio de una vorágine in
crescendo de ratio técnica.
¡¿Qué?... ¿Qué?!!! Jajajaja… Lo que quise decir es que lo material vs. lo espiritual están de nuevo sobre el tapete en el siglo XXI. Los anteriores son dos párrafos de mi Tesis
Doctoral; escrita, por supuesto, para la evaluación de una élite intelectual, los doctores (dentro
de las lides de la filosofía). Aproximadamente, el 65% de las personas que han
leído mi Tesis Doctoral ponderaron su significancia (lo sé, porque me han citado
en otras tesis, varias veces); sin embargo, un 20% no entendió ni japa de lo que
se trataba (algunos estudiosos… entre ellos) y como un 15% copió alguna de mis
ideas sin más… jajaja… Todos ellos al juzgar mi tesis, de alguna manera me juzgaron
a mí; hasta el punto de creer que podían copiar mis ideas, sin decir que eran
mías y no pasaba nada (me cosificaron… jajaja). Aunque la luz de mi espíritu me dice que eso es imposible, porque ¡Yo soy Yo y mi espíritu es mi guía!!! Aunque me copien, nunca van a ser
Yo, mi propio ser que desea transformarse para transfigurarse.
Esa era la idea que quise reflejar en los párrafos de mi
tesis doctoral, hemos cosificado tanto al poder y, peor aún, al ser humano en
sí… pero tantísimo, que no nos percatamos que eso tiene un costo inmenso, por
el daño que le hacemos, no sólo a la cosa en sí (poder o ser humano), sino a
nosotros mismos… Entiendo que, en líneas generales, eso fue lo que quisieron
decir los críticos del materialismo, comenzando por Marx (como yo, para una élite)
y cada quien lo entendió a su manera. Una vez hasta me dijeron que se sentían mal porque al pensar vuelco mis ojos hacia arriba, y yo pensé ¿que daño hago con eso? El inconsciente jugando malas pasadas a ambos... jejeje... Por esa razón, algunas personas que han
tenido el privilegio de llegar a ancianos, se preguntan: ¿Qué he hecho yo con mi
vida?
Siento, que la solución está en cómo abordamos la situación
de la evaluación de los otros, desde y hacia. El Psicoanálisis y sus vertientes
está de acuerdo en que el Yo posee un Mecanismo de Defensa llamado Proyección;
entonces, cuando juzgamos (lo que sea que juzguemos) no describimos a lo
juzgado únicamente, sino también a nosotros mismos (como nuestro espejo,
parámetro o valor). Por ejemplo, lo observamos cuando señalamos a alguien; al
señalar con la mano, el dedo índice va hacia al otro – al juzgado, los dedos meñique,
anular y medio hacia ti mismo y el pulgar hacia Dios; quien quiera que sea tu
Dios –incluyendo al dinero, aspecto físico, forma de vestir, posición social-familiar-laboral,
religión, etc... El cuerpo no miente.
Si una persona piensa que puede dañar a otro con su juicio;
por lo general, debe ser que esa persona también se siente dañada con el juicio
de los demás (esto empeora, si esta situación es inconsciente). Se los digo yo,
que me gano la vida juzgando gente. Pienso que el juicio es importante como
parámetro; pero, como todo, es una verdad relativa, ¿a quién es relativa? a la
persona que lo emite; tú eres libre de aceptarlo o no o de darle importancia o quitársela,
de acuerdo a tus creencias, la única verdad verdadera en la que creo yo es en Dios, lo único real en lo intangible de su esencia (qué paradoja). Lo significativo aquí, es la intención y la forma
de otorgar la evaluación; las preguntas podrían ser: ¿está hecho para perjudicarte o para
ayudarte? ¿Está hecho para perjudicar a otros o para ayudarlos? ¿Está hecho consciente o
inconscientemente? ¿Aunque esté hecho para dañarte, podría ser que te ayude? A
veces: “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno” (Mamá
dixit). También, a veces, de malas intenciones ajenas y propias, está empedrado
el camino del cielo. El continuum espacio-tiempo es paradójico. “Todo es una
cuestión de Fe” (Mamá dixit).
La
cultura social origina ideales falsos en las personas y olvida que, en la
cultura occidental, víctima y victimario son dos caras de la misma moneda y el
salvador siempre es el héroe sacrificial. También olvida que este Triángulo
Dramático de Karpman desaparece cuando se muestra, es decir cuando lo vuelves
consciente y lo conversas con quien te juzga.
¿Morirías por él? Esto es lo que le pregunta el Centurión a
la Chica que da su vida para salvar a su hijo y con él, a la Humanidad entera (Demi
Moore, en los Siete Sellos). Mi pregunta es: ¿Morirías por el ideal que sólo
pondera lo material y te convierte en víctima, perseguidor o salvador? Porque,
según los valores que aprendí, existen unos ideales más nobles que otros; para
mi familia los del espíritu son más valiosos que los materiales; según ellos
los valores espirituales te transfiguran en iluminado, numinoso que brinda luz
al mundo. Sin embargo, ahora aprendí, a través de juicios males intencionados y
bien intencionados (los cuales agradezco) que ambos: materia y espíritu, y los
dos, como un todo, deberían estar en equilibrio dinámico, para poder transfigurarte en el ungido. ¿Qué piensas tú al respecto, en lo profundo de tu conciencia?
¿Morirías por él? Y digo, desde lo profundo, porque no puedes ni debes
engañarte a ti mismo: Tú eres tú y solamente tú (el tuyo es el juicio más
importante de tu vida para ser feliz, no te engañes a ti mismo). Recuerda, si
salvas a la humanidad, te estarás salvando a ti mismo y viceversa.
Por eso pienso-digo-actúo, como dice Kwan Yin: ¡“La Luz de mi
Espíritu me Guía y me Protege”!!!
¡Hasta
pronto mis queridos lectores!!!
Mylene
Rivas