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domingo, 20 de abril de 2014

El «punto Dios» en el cerebro

Leonardo Boff
2003-11-05
 Por favor, lean este interesante artículo y espero sus comentarios…

"Hoy nos encontramos en una nueva fase de la humanidad. Todos estamos regresando a nuestra casa común, la Tierra: los pueblos, las sociedades, las culturas y las religiones. Intercambiando experiencias y valores, todos nos enriquecemos y nos completamos mutuamente. (…)
(...) Vamos a reír, a llorar y a aprender. Aprender especialmente cómo casar Cielo y Tierra, es decir, cómo combinar lo cotidiano con lo sorprendente, la inmanencia opaca de los días con la trascendencia radiante del espíritu, la vida en plena libertad con la muerte simbolizada como un unirse a los antepasados, la felicidad discreta de este mundo con la gran promesa de la eternidad. Y al final habremos descubierto mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra."
Casamento entre o céu e a terra. Salamandra, Rio de Janeiro, 2001.pg09

Un frente avanzado de las ciencias está constituido hoy por el estudio del cerebro y de sus múltiples inteligencias. Se ha llegado a resultados significativos, también para la religión y la espiritualidad. Se destacan tres tipos de inteligencia. La primera es la inteligencia intelectual, el famoso CI (cociente de inteligencia), al que se dio tanta importancia durante todo el siglo XX. Es la inteligencia analítica, por la que elaboramos conceptos y hacemos ciencia. Con ella organizamos el mundo y solucionamos problemas objetivos.

La segunda es la inteligencia emocional, popularizada por el psicólogo y neurocientífico de Harvard, David Goleman, con su conocido libro La inteligencia emocional (CE = cociente emocional). Él ha mostrado empíricamente lo que ya era una convicción de toda la tradición de pensadores, desde Platón, pasando por San Agustín, hasta culminar en Freud: la estructura de base del ser humano no es razón (logos) sino emoción (pathos). Somos, primariamente, seres de pasión, de empatía, de compasión, y sólo después, seres de razón. Cuando combinamos CI con CE conseguimos movilizarnos a nosotros mismos y a los demás.

La tercera es la inteligencia espiritual. La prueba empírica de su existencia deriva de investigaciones muy recientes, de los últimos diez años, realizadas por neurólogos, neuropsicólogos, neurolingüístas y técnicos en magnotoencefalografía (que estudian los campos magnéticos y eléctricos del cerebro). Según estos científicos, hay en nosotros otro tipo de inteligencia, científicamente verificable, por la cual no captamos datos, ideas o emociones, sino que percibimos los contextos mayores de nuestra vida, totalidades significativas, y que nos hace sentir nuestra vinculación al Todo. Nos hace sensibles a los valores, a cuestiones relacionadas con Dios, y a la trascendencia. Es la llamada inteligencia espiritual (CEs = cociente espiritual), porque es propio de la espiritualidad captar totalidades y orientarse por visiones transcentales.

Su base empírica reside en la biología de las neuronas. Se ha comprobado científicamente que la experiencia unificadora se origina en las oscilaciones neurales a 40 herzios, especialmente localizada en los lóbulos temporales. Se desencadena entonces una experiencia de exaltación y de intensa alegría como si estuviésemos ante una Presencia viva. Inversamente, siempre que se abordan temas religiosos, como Dios, o valores que conciernen al sentido profundo de las cosas, no de una manera superficial sino con un involucramiento sincero ante ellos, se produce la misma excitación de 40 herzios.

Por esta razón, neurobiólogos como Persinger, Ramachandran y la física cuántica Danah Zohar han llamado a esa región de los lóbulos temporales como el «punto Dios».


Si esto es así, podemos decir en términos de proceso evolutivo: el universo ha evolucionado, durante miles de millones de años, hasta producir en el cerebro el instrumento que capacita al ser humano para percibir la Presencia de Dios, que siempre estaba allí, aunque de un modo no perceptible conscientemente.

La existencia de este «punto Dios» representa una ventaja evolutiva de nuestra especie homo. Es una referencia de sentido para nuestra vida. La espiritualidad pertenece a lo humano y no es monopolio de las religiones... Antes bien, las religiones son una de las expresiones de ese «punto Dios».


😍¡Hasta pronto mis queridos lectores!!!


Tomado de

http://leonardoboff.com/site-esp/lboff.htm

Imágenes tomadas de:
https://www.lifeder.com/lobulo-temporal/
https://muyvirtual.com//Universo/Miscelaneos/Los-mecanismos-cerebrales-de-la-indignacion
http://elheraldoslp.com.mx/2015/07/29/olvidar-para-sobrevivir/

Reproducido por: Mylene F. Rivas R.






martes, 6 de noviembre de 2012

COSMOGONÍA y ORGANIZACIÓN: SU TRANSFIGURACIÓN

“Tu visión se aclarará sólo cuando mires dentro de tu corazón... 
Quien mira hacia afuera, sueña… Quien mira hacia adentro, despierta”
Carl Jung
“Cuando Yo cambio… El Mundo cambia”
Cecilia Levy

He tomado a algunos autores para fundamentar la visión de la Organización como parte del Cosmos que rodea a cada individuo que la integra, así tenemos que:

Para Ervin Laszlo (1997):
“El próximo gran cambio de paradigma científico será, pues de naturaleza del término, según el cual la cosmología es la ciencia de la totalidad de la realidad (recordemos que, en griego clásico, Kosmos significa ‘totalidad ordenada”.
Así como cambia el paradigma científico, también cambia el paradigma individual y social, aquel que torna la realidad en algo que puedo cambiar a través de mis decisiones.

Para Errol Harris citado por Ervin Laszlo (1997):
“Para este pensador, lo que podría lograr la nueva ‘cosmología de la totalidad’ que está emergiendo
es lo siguiente:


  • Proporcionar una descripción adecuada de la totalidad del universo como algo simple, indivisible y formado por partes relacionadas entre sí, que se pueden distinguir pero nunca separar completamente.
  • Desvelar el principio universal que organiza los sistemas. Dicho principio está presente de modo inmanente en todas las partes del universo, cada una de las cuales lo manifiesta y lo ejemplifica.
  • Poner de manifiesto la escala jerárquica de diferenciación que estratifica todas las partes del universo, según una progresión de niveles emergentes de complejidad creciente, en la que cada parte expresa el principio organizador con mayor plenitud y adecuación que las partes que la preceden en la escala.
  • Desplegar una red compleja de interdependencias cuyos elementos estén, todos ellos, ajustados unos con respecto a los otros, en estructura y función.”
Esta red compleja de interdependencias es lo que denominamos Cosmos o Mundo Real.

Para Carl Jung (1959):
“...El concepto de orden (en la creación) no es idéntico al de ‘sentido’. Tampoco un ente orgánico tiene, pese a su adecuación en sí mismo, pleno sentido, no es significante de modo necesario en la relación total... Sin la conciencia reflexiva del hombre el mundo es un absurdo gigantesco, pues el hombre es, según nuestra experiencia, el único que puede en todas partes comprobar el ‘sentido’... En este caos contingente existieron fenómenos sincronizados que, frente a las conocidas leyes de la naturaleza y con ayuda de las mismas, pudieron realizarse en factores- síntesis arquetípicas que nos parecen milagrosos. Causalidad y teleología quedan aquí negadas, pues los fenómenos sincronizados se comportan como contingentes... necesitamos la hipótesis de un sentido latente para explicar no sólo los fenómenos sincrónicos, sino también las síntesis superiores. El sentido parece fue en un principio inconsciente y por ello sólo puede descubrirse post hoc; por ello existe siempre el peligro de que el sentido se sitúe en donde no está. Necesitamos las experiencias sincronizadas para poder fundamentar la hipótesis de un sentido latente que depende de la conciencia”.
A estos planteamientos Jung los denominó Arquetipo de la Totalidad.

John Weir Perry (2011) establece el Arquetipo de la Totalidad descrito por Jung (1959) de la siguiente manera:
“De acuerdo con los propósitos de la PSYQUE, con el fin de romper la seguridad de  un consenso  sólido y  de convenciones, es necesario encontrar la experiencia del proceso de la muerte en la profundidad psíquica, y también al mismo tiempo, la disolución de lo familiar, cotidiana visión del mundo. A pesar de que toda esta demanda podría parecer, a primera vista, demasiado drástica, se trata en realidad de la muerte de la imagen de sí mismo conocida  y la destrucción de la imagen conocida del mundo para dar lugar a la regeneración propia de nuestra psique. Estas dos imágenes (mundo y sí mismo) se mueven juntas en el proceso, cada una de ellas posee un aspecto de la otra, y ambas asumen la forma de una Mandala”.
El Cosmos tiene forma de Mandala (una totalidad organizada, más que ordenada); porque el orden sólo depende del prisma paradigmático de quien observa.

Bohm (2002) plantea:
“Las manifestaciones de la vida provienen de un único manantial de causalidad que incluye cada átomo del universo. De las partículas subatómicas a las galaxias gigantes, todo es al mismo tiempo parte infinitesimal y totalidad del ‘todo’ Para decirlo en palabras simples: no existe. Esta concepción es el elemento base de las filosofías orientales, dónde en sustancia el mundo material es una ilusión, en donde por ejemplo los procesos de curación de las enfermedades dependen de cada uno de nosotros mismos, y las mismas curaciones milagrosas podrían ser en realidad debidas a un cambio del estado de conciencia que provoca cambios en el holograma corpóreo”. Este es un planteamiento establecido por Bohm quien: “Se convenció de que el motivo por el cual las partículas subatómicas quedan en contacto, independientemente de la distancia que las separa, reside en el hecho de que su separación es una ilusión: en un cierto nivel de realidad más profunda, tales partículas no son entidades individuales sino extensiones de un mismo ‘organismo’ fundamental”.
Nuestra realidad es el cosmos que queremos observar, consciente o inconscientemente. El Observador es quien decide.

Para Rafael Aluni Montes (1997):
“Los físicos en su estudio de la realidad han encontrado que pueden agrupar en cuatro fuerzas a la totalidad de la información contenida en el espacio. Ellas son:
la Fuerza Gravitacional; la Fuerza de Interacción Débil; la Fuerza de Interacción Fuerte y la Fuerza Electromagnética (Chopra, 1991).


En la Teoría Sintérgica a ellas se les conoce como Bandas Sintérgicas. Según Grinberg (1983) a cada banda le corresponde un nivel de Conciencia o Darse Cuenta. Para nuestro estudio, ésta es una de las consideraciones más importantes porque podemos deducir que dependiendo del nivel de conciencia que se tenga se podrán decodificar más o menos niveles de la realidad, que la física los explica a través de las cuatro fuerzas fundamentales y que la teoría sintérgica llama Niveles Neurosintérgicos. Estos son en verdad unos orbitales de la conciencia. Hay que recordar que una órbita es una trayectoria seguida por un elemento que gravita en torno a otro. La conciencia puede entonces estar en diferentes niveles de la realidad gravitando alrededor de lo que se conoce como el observador. En el nivel que uno se identifique ahí estará la conciencia...

Como síntesis, los orbitales de la conciencia son los diferentes niveles que la Conciencia es capaz de asumir acerca de la realidad. Esta realidad no es la Realidad en sí ya que como se mencionó antes ésta es sólo una representación de la misma. Sin embargo, algunos exploradores de la conciencia dicen que sí es posible llegar a acceder a conocer la Realidad tal cual es si nos colocamos en Conciencia de Unidad. Que es un estado en el cual desaparece la dicotomía externo-interno, objetivo-subjetivo, mundo-individuo. Y mencionan que la técnica maestra para llegar a ese estado es la Meditación (Beauchamp-Turner, Deborah y Levinson, 1992; Chopra, 1991; Natsoulas, 1994; Shapiro, 1994; VanSlyck, New Land y Stern, 1992; Young, 1994; Grinberg, 1987).”
Para una aproximación más sana de la realidad, sería ideal que el Observador tomara conciencia de lo aparente de la real y que es una realidad social e individual producto de las creencias que conforman su propio paradigma. Al cambiar las creencias la realidad también cambia. Es necesario, entonces, que nos transfiguremos en Observador Último y sólo el caos (crisis) nos permite darle sentido a ese todo que se reorganizaría para una vida más plena. “Si Yo Cambio… El Mundo Cambia”. Es necesario cambiar el observador que somos…



Albert Einstein establece:
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar 'superado'… Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla."
clip_image018Aparentemente la totalidad de lo real cambia, se transforma; a través, de la crisis. El Cosmos transfigura su Totalidad con el Caos. Cuando el Caos cobra Sentido se convierte en Cosmos. Este nuevo cosmos es sinónimo de consciencia, es una manifestación que nos muestra que el Observador se ha Transfigurado en Observador Último para una sana vinculación a la realidad de la que forma parte.







Bibliografía:
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lunes, 14 de mayo de 2012

Arquetipo de la Totalidad (Carl Gustav Jung)

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“Tu visión se aclarará sólo cuando mires dentro de tu corazón...

Quien mira hacia afuera, sueña...

Quien mira hacia adentro, despierta”

Carl Jung


Tomando en consideración los postulados de Carl Jung, podemos decir que, de acuerdo con los propósitos de la PSYQUE, con el fin de romper la seguridad de un consenso sólido y de convenciones, es necesario encontrar la experiencia del proceso de la muerte en la profundidad psíquica, y también al mismo tiempo, la disolución de lo familiar, cotidiana visión del mundo. A pesar de que toda esta demanda podría parecer, a primera vista, demasiado drástica, se trata en realidad de la muerte de la imagen conocida de sí mismo y la destrucción de la imagen igualmente conocida del mundo, para dar lugar a la regeneración propia de nuestra psique. Estas dos imágenes (mundo y sí mismo) se mueven juntas en el proceso, cada una de ellas posee un aspecto de la otra, y ambas asumen la forma de una Mandala.
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Tiempo Circular

“Cuando Yo cambio… El Mundo cambia”
                                                                  Cecilia Levy 


Autor: Dr. John Weir Perry
Adaptación: Dra. Mylene Rivas

domingo, 30 de marzo de 2008

Le encrucijada de las Apariencias



"Asistimos a una especie de reencantamiento del mundo como gran tendencia social. Allí donde había predominado una concepción muy racional de la sociedad, tanto en su relación con la naturaleza como con los demás, se ha producido un regreso de los valores, de lo que se entiende por el imaginario, de lo onírico y de los sueños colectivos".


Michel Maffesoli


"Debemos estar convencidos de que lo verdadero tiene por naturaleza el abrirse paso al llegar su tiempo y de que sólo aparece cuando éste llega, razón por la cual nunca se presenta prematuramente ni se encuentra con un público aún no preparado para ello".

Friedrich Hegel


"La Encrucijada de las Apariencias" es el título de un libro cuyo autor es Michel Maffesoli. El cual nos invita a reflexionar sobre la sutilidad de la aparente realidad. De ese sueño que llamamos realidad. Un sueño compartido por otros en la Memoria Holográfica de nuestros genes y de nuestros sentimientos. Pero: ¿Qué es realmente lo real?

La mayoría de las veces soñamos, a estilo de pesadilla a las demás personas; inventamos una especie de realidad paralela que es el otro. Obligamos al otro en una especie de Lecho de Procusto a amoldarse a la imagen que tenemos de él o que deseamos sea él. ¿Qué hay de los afectos del otro, de sus derechos a también forjarse una imagen nuestra? Esa pregunta siempre ha permeado mi alma, originalmente por ser la víctima complice de los deseos del otro, de sus expectativas en torno a mí y de mis expectativas en torno a él. Cuando era adolescente leí un pensamiento, que aún traquetea en mi mente: "Si quieres a alguien déjalo ir... Si regresa es tuyo... Sino regresa, nunca lo fue". La pregunta desde mis amadas cuatro décadas es: ¿Si, realmente tendremos derecho a que alguien sea nuestro o a ser de alguien, más allá de mi misma?

Otras veces soñamos, estilo sueño ideal, a los que amamos; sin pensar en sus virtudes o sus defectos, más allá del sueño de lo real. El sueño de lo real así, se convierte en bruma y en irrealidad. Los teóricos del Paradigma Holográfico dicen que una lente de Cámara ve más que los humanos, porque no hay censura en él. Es como si la experiencia a pesar de armar nuestro conocimiento del mundo, a su vez, lo vela. ¿Qué nos queda entonces? El sentir al otro, más que verlo con los ojos de nuestro rostro, es ver su rostro con los Ojos de nuestra Alma.

Claro, el otro al igual que yo, tiene virtudes y defectos; pero a pesar de ello, sin acostarlo en el Lecho de Procusto; poder conocer-sentir su más íntimo deseo de vivir como ser humano. Pienso que: "La encrucijada de las apariencias" se convertiría así, en una realidad de vida sentida y compartida para los seres humanos de este planeta tierra. Eso que llamamos realidad es el Amor (difícil pero impresindible amor) entre los seres humanos. Una realidad que va a ser percibida en un supremo instante, en el momento oportuno de nuestras necesidades, en el no-lugar (utopia) de nuestras emociones.

jueves, 10 de enero de 2008

“EL TIEMPO PURO DEL INSTANTE”. La Noción de Tiempo en la Transfiguración (1)

 
Dra. Mylene F. Rivas R. (2) (3)
‘2000
Puente Einstein - Rosen“¿Por qué no preguntarse si está en vía de nacer un Barroco Posmoderno? ... se trata de atrapar en su estado naciente una nueva manera de estar juntos fundada no en la causalidad lineal o sobre una mecánica exterior (política y económica) sino en una atracción orgánica a partir de imágenes que uno comparte” 
MICHEL MAFFESOLI






RESUMEN
En estas líneas se plasma una inquietud, más que una verdad. La misma tiene su origen en la noción de la integración pensamiento/emociones como puntos clave para la aproximación a la “realidad con apariencia real” que nos rodea y, además, transita a través de la pasión energizante de su conocimiento. Trataremos de deshilar la urdimbre de esta realidad que se presenta con una máscara linealmente predecible y que, además, posee la enorme sombra de su propia impredictibilidad. Esta imprevisible realidad se nos muestra irrupcional y no lineal, razón que podría explicar una de las claves del derrumbe de las nociones temporales de la modernidad y de sus “ismos” uniformantes y polarizantes. Tal vez, la vislumbre -a través de un numen integrado al lumen- de la realidad percibida en el supremo instante posibilitaría la observación de las claves para la comprensión de las vivencias humanas posmodernas. Para Prigogine (1995), el supremo instante es una ventana al “otro lado del tiempo: la eternidad”.
Palabras clave: tiempo, eternidad, realidad, instantaneismo, transfiguración, imaginería, enteridad, totalidad, posmodernidad, psico-social.
ABSTRACT
The interest of the article have its origin in the notion of the integration between thoughts and emotions as key points of the approach that the “reality with real appearance” is around us and flows through the passion of its knowledge. This unsuspected reality shows itself as an eruption, nonlinear reason that can explain one of the key of the modernity, temporal notions and “isms” collapse. Maybe, the sight through “numen” joint at “lumen” of the reality on the supreme instant can make possible the observation of the password to the postmodern life knowledge. Prigogine (1995) said: “The Supreme Instant is a window to the other side of time: “The Eternity”.
Keywords: time, eternity, reality, imaginary, totality, postmodernity, psychosocial.
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(1) Publicado en: Revista FACES. Año 12. Nº 21. Diciembre 2001 – Junio 2002. Pp. 67-77. CDCH-UC.
(2) Profesora Titular, adscrita al Departamento de Ciencias de la Conducta, Escuela de Relaciones Industriales, FACES-UC, Universidad de Carabobo, Valencia, 1992-2013.
(3) Directora Académica de PCO´s International, CA. Líderes en Aprendizaje Organizacional. Caracas, 2005-2013.
INTROITO
Partiendo de la premisa que establece a lo imaginario como lo que tiende a convertirse en realidad, se propone esta disertación como un humilde aporte a lo que en materia de teoría psicológica en investigación social se refiere. La realidad es una urdimbre construida por la imaginería humana, es el extracto de nuestro entorno vuelto sustancia; el aporte de esta disertación radica en dar relevancia a la comprensión de lo real a través de lo irreal y de eso real/irreal convertido en totalidad. Por esta razón, partimos del tiempo –los eventos- como premisa irreal –el no lugar- desde donde construir nuestra realidad; una realidad que se convierte en totalidad cósmica en cada uno de los días de nuestra existencia.
Los análisis culturales de las últimas décadas de siglo XX, nos permiten reflexionar sobre la posibilidad de una nueva visión de los procesos sociales. Estos procesos sociales involucran a la educación, la salud, las relaciones interpersonales, etc. Todo lo que se relaciona al ser humano y a su vida es importante en la totalidad del proceso. Es relevante la connotación que se ha hecho en los últimos tiempos acerca del carácter holístico de los procesos humanos y su relación con las variables que se encuentran en el medio ambiente. Las visiones holísticas de la sociedad toman en consideración que:
  • "... toda enfermedad es en verdad un estar dividido, incompleto, y toda salud es un reencuentro de la totalidad, o de un nuevo equilibrio momentáneo"(Serrano, 1965);
  • "el intelecto es, efectivamente, nocivo para el alma cuando se permite la osadía de querer entrar en posesión de la herencia del espíritu"(Jung, 1955), y
  • ... la polarización es un signo de la barbarie ya que ella aleja tanto a la conciencia de las imágenes primordiales, que se sigue al colapso
  • ... la integración del aspecto lógico con el aspecto erótico o simbólico nos permite una visión globalizada y globalizante del asunto.
Estas concepciones de totalidad son las que guían las siguientes reflexiones; una totalidad en la que el tiempo es un ingrediente fundamental como momento oportuno, el supremo instante que nos puede estimular hacia la transfiguración.

Las Nociones de Tiempo
Prigogine nos habla de la existencia de un tiempo interno; esta premisa la detalla planteando que los sistemas inestables se guían por particiones –tendencias- y no por trayectorias definidas, la inestabilidad lleva a la no situación, se torna hacia las probabilidades, el tiempo se torna “no lugar”. Existe un tiempo particular versus un tiempo universal; hay un tiempo propio a cada individuo, a cada población, a cada proceso, hasta el infinito; entonces, el presente es una recapitulación del pasado y una anticipación del futuro, de hecho, el pasado de algunos fue futuro de otros, un eterno “ahora”.
Prigogine citando a Carnap, 1983, plantea: “Una vez Einstein dijo que el problema del “Ahora” le preocupaba en serio”. Él explicaba que la experiencia del Ahora significa algo especial para el hombre, algo esencialmente diferente del pasado y el futuro, pero también plantea, a su vez, que esta diferencia importante no ocurre y no puede ocurrir dentro de la física. El surgimiento de la teoría de la relatividad que ubica al tiempo en consonancia con el punto de vista del observador brindó al mundo occidental una nueva visión del mismo: aquella que nos permite pensar al tiempo como instantaneismo ó eterno presente. Esta visión permite, a su vez, observar al hombre relacionándolo con la situación vivida en el aquí y el ahora y no con su porvenir. También nos permite pensar en un punto de equilibrio entre lo que somos y lo que deseamos ser.
Para Prigogine (1995), el “ahora” es el supremo instante o una ventana al “otro lado del tiempo: la eternidad”. “Si todo tiempo es presente entonces todo el tiempo es irrescatable” –2ª ley de la termodinámica (sistemas complejos caóticos e irreversibilidad de los fenómenos) La concepción cartesiana del tiempo que dio origen al reloj -Descartes y Newton- ha sesgado la visión del mundo, ha reducido a una linealidad secuencial -pasado, presente y futuro- la capacidad de percibirlo. El Logos Cronológico –lo racional per sé- impera como deidad sobre la humanidad; la humanidad revestida de Logos proyecta la enorme sombra de lo imprevisible, lo puramente emocional –la dispersión profusa de emociones- En la vivencia de esta sombra (evidentemente emocional) yace la venganza del Dios Logos profanado y agregaríamos además que a través de la negación de Eros –lo emocional per sé- nos condenamos a vivir su eterna oscuridad; lo irracional -por ejemplo los fundamentalismos.
La concepción de Heidegger, según Prigogine, es más platónica; se deriva de un tiempo que permite Ser en un constante convertirse. En esta apreciación la idea de irreversibilidad es más compatible. Pasado y futuro parecen desaparecer en el presente; “...la existencia de un universo evolutivo, tiempo-irreversible parece apuntar a un concepto más sutil de tiempo”. Talbot, 1985, lo plantea con un dilema imaginario: “Si alguien retrocede en el tiempo y mata accidentalmente a sus tatarabuelos, ¿qué le ocurre al viajero del tiempo? ¿Está vivo o muerto? Tal vez es como el gato de Schödinger. Aquello que se cree se convierte en realidad y todos los pasados, presentes y futuros posibles son como canales diferentes en un aparato de televisión”. Prigogine, 1983, termina aseverando: “La nueva descripción del tiempo pone en una nueva perspectiva a la ciencia. Esta cuestión no podría tener ningún significado en un mundo visto como un autómata. Adquiere significado en una visión en que el tiempo es una construcción en la que todos participamos”.

Tiempo e imaginería
Para Octavio Paz, 1996: “..., la sucesión temporal ya no domina nuestra imaginación... vivimos en una conjunción de tiempos y espacios, sincronización y confluencia, que convergen en el ‘tiempo puro del instante’”. Paz propone un tiempo que reconoce a la muerte, a la cual negaba el culto moderno al futuro, al progreso; pero también abraza la intensidad de la vida; propone a su vez, la reconciliación del lado oscuro y el lado luminoso de la naturaleza humana. “La paradoja del instante radica en que es todo el tiempo y la ausencia del tiempo simultáneamente. Está aquí y desaparece. Es el punto de equilibrio entre el ser y el convertirse... Yo creo que el instante puede constituir un punto de la partida para una nueva unidad”. Lo que Maffesolí denomina la “enteridad”.
Este planteamiento de Paz fundamenta nuestras ideas; el supremo instante concebido como Vacío -infinito y repetición al unísono- faculta la visualización, desde otro “lugar” –lo propio, las emociones, los sentimientos, las interconexiones y lo otro- una nueva realidad –imagen de urdimbre, de trama-, quizás virtual pero no-menos real. Esta realidad plagada de imágenes que nos permiten sentirla como propia y que es compartida por los otros. El surgimiento de un ideal comunitario, donde se le dé importancia a lo emocional o afectivo, el compartir el afecto que se dispersa en lo social.
Con la finalidad de explicitar nuestra concepción del asunto proponemos varias imágenes mitológicas; debemos recordar que en el mito -y en los arquetipos ligados a él- puede estar la salida a nuestra crisis de sentido de lo social. Una de las imágenes que utilizaremos es la Transfiguración de Cristo relatada en la Biblia, este suceso denota a través de la euforia de los Apóstoles y su ensimismamiento –por analogía metafórica- la existencia de esa visión instantánea para darnos cuenta del sentido de esa otra realidad: la eternidad, contrapuesta al tiempo lineal. Esta otra realidad, hasta los momentos, ha permanecido inconsciente; ella, en sí misma, unifica lo propio y lo otro en una “subjetividad transformada”, la cual se podría convertir en subjetividad compartida.
“Morir” a esa subjetividad lineal de la modernidad sería según el planteamiento de Hesse (1973) como “caer en el Inconsciente Colectivo de Jung para desde ahí, alguna vez, retornar a la forma, a las formas...” Formas que sólo poseen imagen en las metáforas percibidas a través de nuestra transfiguración –la que implica morir y resucitar- y, además, posee vestigios del pasado, presente y futuro de la humanidad en un supremo instante vacío, caótico, emocional, luminoso y numinoso a la vez.
Con la finalidad de describir esta situación y para la posterior comprensión de la conjunción de las imágenes aseveramos que la realidad se despliega ante nosotros como polaridades contrapuestas; un ejemplo de ello sería la idea de postmodernismo versus modernismo, la del conocimiento intuitivo versus el racional ó -en la tradición oriental- la del Yin y el Yan –acción sensible, “consolidadora” y cooperadora (“eco-acción”) versus actividad agresiva, expansiva y competitiva (“ego-acción”)- Es necesario para nuestro equilibrio psicológico, expresado como energía vital o “trama de la vida”, lograr una integración –coniuntio- de estas imágenes en una totalidad que podamos comprender y asimilar –unus mundus o matrimonio sagrado- como algo propio y a la vez compartido por la humanidad –el humus que nos torna humanos.

Tiempo y la noción de transfiguración
Ahora ¿cuál es el lugar de la transfiguración en esta fugaz iluminación del sentimiento/pensamiento? Pensamos en una reflexión que nos permita delinear los alcances de la transfiguración y cuyo punto de partida lo constituya la lectura de los eventos del mundo antiguo y sus implicaciones expresadas en el descubrimiento del hilo unificador de la diversidad cultural; en este contexto, luce imprescindible el referente de la religión en la concepción de Debray conectarnos de adentro hacia afuera. Señalamos entonces, que no por casualidad el Templo de Venus fue erigido por los romanos en el mismo lugar donde fue crucificado Jeshua “El Cristo” –Gólgota, Jerusalén. Luego el “correr del tiempo” ese mismo Templo fue derrumbado (Año 600 DC) y allí mismo fue construido el “tiempo”... perdón, el templo, que es hoy una Iglesia Cristiana en honor a la Muerte y Resurrección de Cristo. Este suceso, en sí mismo, podría percibirse como la integración de estas dos imágenes ancestrales en una totalidad que albergue lo femenino y lo masculino –la “eco-acción” (intuición) y la “ego-acción” (racionalidad) ¿Cómo sería esto?
Antes de entrar en el camino de las imágenes para denotar la disertación, se debe advertir que la Psicología es un todo muy complejo y que toda aproximación es reductiva, para Risquez “los engramas no son la cosa misma”, sin embargo de lo que se trata aquí, es sólo de una aproximación a la realidad plagada de imágenes, las cuales Jung denominaba arquetipales, presentes en el Inconsciente Colectivo.
Comenzamos con la aproximación a la imagen arquetipal de Venus (Afrodita) A ella la visten las Horas para poder entrar al Olimpo -la femme necesita tiempo para su belleza y el amor - este indicio evidencia que ella, por lo tanto, es una Diosa sin tiempo cronológico; representa lo atemporal o la temporalidad subjetiva (femenino); mientras que Cristo es la representación –en virtud de su imagen redentora- de la esperanza en el futuro o la temporalidad cronológica objetiva (masculino)
Los dos eventos (la construcción / destrucción y reconstrucción de los templos), no necesariamente dicotómicos –mejor aún sincrónicos-, en sí mismos, describen una casualidad causal, fundamentalmente la imagen de integración de lo masculino (Cristo) con lo femenino (Venus) en un proceso de muerte y resurrección transfigurante que implicaría un cierto darse cuenta de la conjunción de las imágenes en una totalidad que nos habla de integración. Este percatarse trae, en primer lugar a nuestro sentimiento (emoción del evento) y luego a nuestro pensamiento (reflexión del evento), según el planteamiento de Paz (1996), la noción de un Nirvana o de “algo real, más allá de la realidad aparente”. Tal vez la eternidad que nombra Prigogine.
Este darse cuenta –siempre repentino, irrupcional, instantáneo y radicado en el eterno presente- sugiere la oportunidad de dar forma o sentido a la realidad desde el sentimiento (desde Eros lo Femenino) sin desvirtuar el pensamiento como arquitecto del hogar. Esta apreciación se expresa en la premisa que plantea: “el amor hace disolver siempre la cronología”, por ejemplo: nadie cuenta los minutos que dura un beso, “tiene que morir el tiempo para que nazca el deseo”, en un instante amoroso –entiéndase absolutamente conectado a Eros- podemos darnos cuenta de la realidad que encierra en sí misma propiedad y otredad.

La noción de tiempo en relación con la “enteridad”
Para fundamentar esta idea mencionaremos a Maffesoli (2000) quien plantea que la palabra postmoderno encierra la idea de heteronomía, hay una dependencia entre los seres humanos, así entonces, “Yo existo en el espíritu y por el espíritu del otro”; es decir, no nos podemos entender sin el otro (alteridad); existe, según este autor, un principio relacionista en el crecimiento tribal o local. Planteamos la idea de que subsiste una correspondencia de los eventos en el tiempo –sincronicidad- que nos permite relacionarnos con nosotros mismos y con el otro y, a su vez, que nos reafirma como seres humanos.
Por lo tanto la transfiguración instantánea -resultante del darse cuenta- partiría de la integración del Logos (masculino), representado por Cristo, con el Eros (femenino), representado por Afrodita, hacia la unificación que los convierte en lo que realmente sentimos que sean, una totalidad. Es decir, los eventos asumen una forma momentánea para poder entenderlos, asimilarlos, descifrarlos, se da significado a lo que no lo tenía y podemos aseverar –aunque sea por un instante- que eso que hemos percibido es la realidad; una realidad que integra lo Ético (lógico) con lo Estético (erótico) –asumiendo a Logos como una entidad que da estructura, discriminación y juicio y a Eros como la energía interconectante.
Así es como la integración sentimiento / pensamiento nos lleva a la acción; se diría que la misma nos permite percibir la realidad en lo propio –ego- y lo otro –eco-. No Logos puro... no Eros puro, sino la integración sincrónica de ambos; es de esta forma que podemos atrapar nuestra realidad, aunque sea por un instante. La sincronicidad, término introducido por Jung en psicología que Von Franz alude como Kayrós o el tiempo interno (tiempo alquímico ó astrológico); según Peat, 1988 “... actúa como un espejo, un espejo en el que se refleja el plegamiento y desplegamiento constante del universo a partir de su fundamento... Cada amanecer es nuevo y a la vez el mismo”. La sincronicidad devela la mente entre lo interno y lo externo
En clave epistemológica se representaría como la imagen de una unidad frente a una pluralidad concebida más allá de apariencia uniformante de los “ismos” en decadencia. De las ruinas de los “ismos” -ubicados en el Logos- podrían surgir las claves de una nueva “ética fundante”, sustentada en la estética –ubicada en el Eros-. De la combinación transpersonal y transdisciplinaria de Venus (Afrodita) imagen “universal” de la Estética con Cristo imagen “universal” de la Ética, con sus dioses referenciales, en la diversidad cultural (Buda, Saratrusta, Ochún Colé, Astarté, etc.); podría surgir en el “tiempo puro del instante” el “hilo unificador” que diera sentido a este Khaos, caldo de cultivo de una –otra- realidad, entendida como trama, tejido o totalidad.
"El chino sabio diría, que cuando Yan ha alcanzado su máxima fuerza va a nacer en su interior el oscuro poder del Yin, pues al mediodía comienza la noche y el Yan se rompe cambia en Yin" (Jung, 1955) La física de este milenio ha demostrado que el átomo posee un modelo dinámico en el cual no existen entidades aisladas sino partes integrales de una red de interconexiones inseparables -teoría quántica-; y además, plantea que la realidad es como un sistema de "ondas interactuantes" -teoría del caos- y, más que objetos separados e independientes, existen en el universo ondulaciones moviéndose sobre ondulaciones sin límites posibles.
Este modelo hace posible que la concepción de los procesos sociales como un todo, posea significación en un contexto global. Es decir, da cabida a una concepción que posea connotaciones utópicas (u-topos es igual a no-lugar) que estaría referida al contexto medio ambiental donde surgiese, vinculando su significación -en el espacio y en el tiempo- al desarrollo del resto de la humanidad.
Vaughan, 1991 establece: “El viaje de la conciencia hacia la totalidad se inicia con la autoconciencia y sigue un desarrollo que, atravesando la súper-conciencia, llega a la auto-trascendencia”. La unilateralidad nos impulsa al deseo de la integración de los opuestos, ése es su fin, quedarnos en ella sería tanto como negar la integración caótica y cuántica de los opuestos complementarios -llámese luz y sombra. Jung, 1955 plantea "Por lo tanto, nunca dejo de reconocer la paradoja y la popularidad de lo viviente. Los opuestos siempre se equilibran -un signo de alta cultura- mientras que la unilateralidad, aunque presta siempre impulso, es por ello un signo de barbarie". Cuando analizamos los procesos sociales solamente desde la perspectiva lógica estamos en la grave posibilidad de equivocarnos; la integración del aspecto lógico con el aspecto erótico o simbólico nos permite una visión globalizada y globalizante del asunto.

Postfacio
Para concluir, argumentamos que la razón -sin razón- de los procesos humanos es la interconexión del interior del individuo con su contexto social, ambiental, universal, cósmico o como quieran llamarlo. Entender esta trama urdida por la vida misma es un proceso interminable que nos lleva a la comprensión de las imágenes arquetípicas de nuestro inconsciente individual y colectivo; y nos estimula a seguir el camino viviente de nuestro curso espacio temporal; para así, en eterno retorno, “en el tiempo puro del instante” volver a equilibrar opuestos complementarios en esta aparente realidad que denominamos planeta tierra. Es importante resaltar la sabiduría del indígena americano: “no somos dueños de la tierra sino sus siervos”. El cosmos es nuestra madre, una madre emotiva y debemos con-vivir con ella y conocerla a través de sus imágenes para entender su dinámica y transfigurarnos para luego integrarnos en el supremo instante.
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